El manto húmedo envuelve el ambiente, este sábado frío, húmedo y melancólico como muchos trae recuerdos, a veces fatales otros tranquilos.
Dulce llega puntualmente, observa detenidamente buscando entre la multitud, se detiene un momento y mirándose los viejos jeans suspira, alza la vista reprochándole al cielo su falta de aprecio; aquel vestido de terciopelo tendrá que esperar otra ocasión…
Con el cuerpo entumecido abro la puerta de la cafetería, el dulce aroma del café recién hecho se introduce en mí, cierro los ojos para atraparlo, para llenarme de él y que sirva de ambiente en un recuerdo próximo. El murmullo de los presentes levanta mi ánimo, suspiro y me doy fuerzas para avanzar, escojo la mesa más alejada, “un lugar perfecto”. Observo el reloj en la pared contraria y festejo la llegada a tiempo, son las nueve en punto.
En la cafetería la vida transcurre entre ajetreos, que van y vienen, voces distantes, susurros que elevan el calor del lugar, tanto, que la ventana responde empañándose como si tuviera vergüenza, como si se sonrojara. Una pareja ingresa al lugar, ella lo besa con ternura, la envidia recorre el cuerpo de Dulce.
Desvío la mirada hacia la ventana, te busco entre la gente, ¿cuánto tiempo más? Un camión irrumpe mis pensamientos, los pasajeros descienden; algunos corren, tal vez huyen de la lluvia o por la tardanza que llevan, mientras otros, caminan lento sin preocupación alguna. Esbozando una sonrisa miro hacia la cocina, sé que no descenderás de ese camión…
El tiempo transcurre. La cocinera acalorada prepara los alimentos, una bella sonrisa adorna su rostro sudoroso… un joven vivaz entrega las órdenes que al pasar junto a Dulce le sonríe.
Miro el reloj: diez treinta. El joven que atiende me recuerda a ti; la tarde cuando por equivocación me confundiste con una conocida, lo recuerdo bien...
La gente entra y sale. Dulce sigue ahí sentada, esperando…
Una conocida con su pareja se sienta a tres mesas de distancia, no me ve, desvió la mirada hacia la venta, pretexto un último intento por buscarte… El joven se acerca, mi corazón se confunde y se acelera sin comprender el por qué. Como sucedió contigo la primera vez, como sucede ahora que el joven coloca un vaso de agua.
-¿Va a ordenar algo?
Dulce sonríe, los recuerdos, la tibieza del lugar, el aroma del café, la gente corriendo, la lluvia, el amor…
-Dos cafés, por favor… mi novio no tarda en llegar.
El tiempo pasa.