Duermase niño,
Duermase ya,
Cierra los ojos…
Te observo en mi recamara cantando una cancion de cuna, entre los brazos aquel muñeco roto y desvencijado.
El cabello negro se despliega sobre tu espalda, la piel aterciopelada brilla con los finos rayos del sol.
Me acerco cautelosamente.
Recuerdo tu voz susurrando mi nombre, mientras aquella manos agiles tejian mis sueños, ¿lo recuerdas?- pregunto- mientras permaneces absorta en el juego. Tienes razón, ha pasado demasiado tiempo desde aquellos días en los que me protegías de las sombras que me ascediaban día y noche. Gañanes que miraban mi cuerpo cambiante de niña. Repertias una y mil veces que me portara bien, muchas ocasiones desobedeci, me perdonabas, exclamando “todo esta bien”, como me gustaba aquella sonrisa tan pura y dulce.
Parti de casa, en la primer semana nunca olvidaste llamar cada dos horas preocupada por mi salud, una época dificil para ambas. Despues mi boda, tu nieto… eras la mujer más feliz del mundo.
Pero la utopia término, dejaste de llamar, no me visitabas más, un abismo crecia,te llamaba no contestabas, te visitaba no te encontrabas. Una fría tarde de noviembre saliste de casa buscando una luz en la oscuridad de tu mente, perdiste tu camino entre la gentuza de este mundo, busque, llame, grite tu nombre mientas la inmensa oscuridad crecía. No te halle, dias, meses, años, de locura y dolor desenfrenados…
Y aquí estas despues de tanto tiempo, en el mismo lugar en el que te conoci, ¿lo recuerdas?
No te preocupes, es absurdo pedírtelo, de todas formas fue hace tanto tiempo.
Me siento a tu lado observándote descubro con sorpresa un cabello blanco sobre tu rostro, unos ojos cansados y una piel marchita cubriendo tu cuerpo, levantas tu mirada, me observas fijamente, sonriendo preguntas:
¿Quién eres?
Sonrío acariciándote el rostro, te abrazo ocultando mi rostro inundado en lágrimas, lentamente susurro a tu oído:
Soy solo un recuerdo…